TESTAMENTO DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA NOTARIZADO EN 1864

(HAY UNO ANTERIOR Y OTRO POSTERIOR )

TESTAMENTO EN LA HABANA, 11 Y 30 ENERO DE 1864

        

Gertrudis Gómez de Avellaneda              Dispongo que no sea sepultado mi cuerpo antes de transcurridas bastantes horas para que no quede la menor duda de la realidad de mi muerte y prohíbo severamente que sea profanado el cadáver por manos de esos hombres que se emplean en vestir muertos, así como también el que se pongan vestiduras y adornos a este mi cadáver.  Es mi voluntad terminante que sea envuelto simplemente en una sábana blanca, aromatizada, y que colocado decentemente en un sencillo ataúd, con una cruz sobre el pecho, sea llevado sin pompa…

       Dispongo que la corona que me fue regalada por la Habana y el ramo de oro con que me honró Matanzas, sean tributadas el mismo día, a las plantas de la sagrada imagen de la gloriosa virgen…

      … que se digan tres misas por mi alma en cada una de las parroquias del pueblo en que haya ocurrido mi fallecimiento, dando por cada misa, al señor sacerdote que la diga, un duro de limosna.

       Mi entierro será modestísimo, sin nada de ridícula vanidad mundana, pero ordeno que se sepulte en una tumba propia, adquirida a perpetuidad, por cien años cuando menos, pues no quiero se anden removiendo mis huesos.  Ordeno que en caso de ocurrir mi muerte en la isla de Cuba donde yacen los restos de mi marido, Don Domingo Verdugo, se trasladen dichos restos para enterrarlos con los míos y que descansen juntos a la sagrada sombra de la cruz.

       Lego mil duros a los pobres que se entregarán a la Conferencia de Señoras de San Vicente de Paúl que haya en el pueblo donde acontezca mi muerte.

       Lego, en el caso de que ocurra mi muerte en la isla de Cuba, quinientos duros al Hospital de la Caridad de Cárdenas, fundado por mi marido Verdugo y otros quinientos duros al Hospital de San Lázaro en Puerto Príncipe, mi ciudad natal, pero si muero fuera de la Isla (no accidentalmente si no por haber trasladado mi residencia a otro país más o menos lejano), dono mil duros para dos dotes, de 500 c/u a favor de dos huérfanos pobres y virtuosos.

       Lego a los hermanos de mi marido, Don Domingo Verdugo, que me sobrevivan todos los bienes que dicho mi esposo posee en las islas canarias así como las procedentes de su herencia paterna y materna como los adquiridos por él.

       Al hermano mayor de Verdugo la rica bandeja y costosa escribanía de plata regalada al difunto por la Villa de Cárdenas que no se deshaga de ella y quede en familia por herencia.

       Dejo a mi único hermano de padre y madre, Manuel Gómez de Avellaneda, el magnífico brazalete de brillantes que me regaló SM la Reina con motivo de mi drama Baltasar, el jarrón y la bandeja, fineza de SM el Rey, y el alfiler de perla, rubíes y diamantes que tengo como memoria del honorífico aprecio de la augusta duquesa de Montpensier para que use la esposa de mi hermano. Cuidará que pasen de manos de él a otro hermano no a manos extrañas.

       Lego a la joven Elena, hija de Doña Concepción Cerro y Noriega, que se dice también ser hija natural de mi hermano Manuel y a la que siempre he mirado y querido como a tal, la propiedad de cuanto heredé de mi señora madre en la provincia de Galicia, y le sean entregadas todas las alhajas de mi uso y los vestidos o adornos que guste escoger, dándose el resto de ropas de mi uso como limosna a la criada o criadas que me asistan en mi última enfermedad.

Dono la propiedad de todas mis obras literarias que me pertenezcan a la Real Academia Española de la Lengua en testimonio de aprecio y rogando a mis albaceas que al poner en conocimiento de la ilustre corporación esta donación mía, la expresen mi sincero deseo de que me perdonen sus dignos miembros las ligerezas e injusticias en que pude incurrir, resentida, cuando acordó la Academia, hace algunos años, no admitir en su seno a ningún individuo de mi sexo.

       De todo remanente de mis bienes instituyo herederos a mis hermanos doña Gertrudis y Don Manuel Gómez de Avellaneda, a mis hermanos de madre Don Felipe y Don Emilio Escalada, como también (representando las dos a su madre mi hermana Doña Josefa) a mis dos sobrinas doña Emilia y Doña Gertrudis del Castillo y Escalada.

       Es mi voluntad mejorar un con todo el quinto del indicado remanente de mis bienes a mi hermano don Felipe Escalada que es el menos favorecido de mi fortuna, y que los otros 4… se dividan en cinco con entera igualdad, 4 Manuel, otra a mi hermana de padre doña Gertrudis, a Felipe (ya mejorado) a Emilio y a las dos sobrinas.

Los bienes son en este momento:

–      Veinticinco mil duros en el Banco de Crédito Industrial de La habana.

–      De diecisiete a ocho mil duros en poder de Domingo Sarría, hacendado de Cienfuegos.

–      Trece mil depositados en el señor Nattes, de Guanabacoa, con escritura pública y la hipoteca de una casa en fianza.

–      Nueve acciones del Banco de Cárdenas, valor de 500 pesos c/u.

–      3000 duros en numerario disponible que tengo en giro.

–      Catorce acciones  del ferrocarril de Alicante y de Zaragoza, en poder de don Isidro Castro y Castro en Madrid.

–     Mil duros en títulos de la deuda del personal.

–     Una casita en Pontevedra y rentas en dicha provincia y valen 6 740 reales vellón.

–     Cinco negros emancipados, uno ídem nacido en casa y un chino contratado.

–     Todo el patrimonio que fue de mi marido Verdugo.

     Todos mis bienes los guardo en un cuaderno que guardo cuidadosamente en mi armario.

     Este testamento anula el de Cárdenas de 1861 0 1862

     Fue hecho en la casa de la Avellaneda en Calzada real del Monte casa # 63

     Testigos: Andrés Olivares, Antonio Cartas, José Carreras.

–    Donación de la corona de laurel en la ciudad de la Habana el 30 de enero de 1864, siendo la prenda   más preciosa para mi corazón a la Virgen… en la iglesia de nuestra señora de Belén.  Testigos: Luis Brito, Lino Raldivio y Joaquín Ramírez.