El estado de viudedad solía reportar ciertas ventajas a las mujeres en la vida social, siempre que no tuviera hijastros picajosos como es el caso que nos ocupa que pedía para ella nada más y nada menos que “el perpetuo silencio”.
El mandato del perpetuo silencio
En un complicado pleito de 1752 promovido por una viuda para recuperar su dote, que embargaron a su difunto marido junto al resto de los bienes, encontramos que su hijastro pide que se desestime esa reclamación y se la condene "a perpetuo silencio".
Con este mandato la justicia obligaba a una persona a no volver a hablar sobre algún hecho, y por supuesto nunca más denunciarlo. Se utilizaba también para obligar a no repetir sus acciones, a los que participaban disputas o a quienes divulgaban rumores o infamias.
AHPCO Fondo Judicial de Rute, Caja 208(19)
Por cortesía de Esther Gassol