De ahí su colaboración con el estudio de máscaras al servicio de la cirujía reparadora de rostros destrozados durante la Primera Guerra Mundial.
El estudio Portrait Mask fue abierto por la escultora norteamericana Ana Coleman Ladd, y auspiciado por la Cruz Roja.
Una obra de Jane Poupelet
Anna Coleman Ladd
Anna Coleman en el estudio de máscaras
La metralla destrozó los rostros de unos 20.000 soldados durante la contienda; los intentos de cirujanos plásticos pioneros en la reconstrucción de rostros no siempre daban los resultados apetecidos y las heridas seguían siendo tan visibles que se veían condenados al ostracismo por el rechazo social que producían.
En 1917 Anna Coleman cruzó el Atlántico y abrió el estudio en el que trabajó Jane Poupelet y en el que auxiliaron a más de tres mil soldados.
En ese estudio no había espejos y en un ambiente distendido iban preparando a los que ellas llamaban “los valientes sin rostro” para su reinserción en la sociedad.
Las máscaras no eran eternas, duraban un par de años, pero el Instituto Smithsonian guarda todos los documentos de Ladd: fotos, diarios y hasta un vídeo que muestra el proceso de elaboración de máscaras en su estudio.
Para saber más: Pauline Raquillet y Valentine del Moral: Ellas también hicieron la guerra