Una activista de FEMEN  en la catedral de Estocolmo (Suecia)

Una activista de FEMEN  en la catedral de Estocolmo (Suecia)

 

 Judíos ultraortodoxos

Judíos ultraortodoxos

 

 Una mujer árabe

Una mujer árabe

 

CARTA A LOS MEAPILAS

François Cavanna

Lector, antes que nada, debo hacer una confesión. El título de esta carta es un señuelo para capullos. Esta carta abierta no se dirige a los meapilas.

Los meapilas son impermeables, inoxidables, inexpugnables, atrincherados por siempre jamás en lo que se suele llamar “su fe”. Ni argumentos ni sarcasmos, nada les alcanza, se han encontrado con Dios, lo han tocado con el dedo. Amén. Arrojémoslos a los leones. Les encanta.

Así que no es a ellos, borregos baladores o sombras fanáticas, a quienes me dirijo aquí, sino más bien a vosotros, queridos descreídos, tan denigrados, tan despreciados en esta mierda de fin de siglo donde la jeta de la imbecilidad triunfante lo invade todo, donde la clerigalla universal, sea cual sea su color, sean cuales sean las letanías de su ritual, vuelve con toda su fuerza en todas partes del mundo.

Oh vosotros, los descreídos, los ateos, los impíos. Los librepensadores, vosotros los escépticos serenos a quienes asquea la espesa baba de todo el curato, vosotros que no necesitáis ni a Jesusito, ni a Papá Noel, ni a Alá el del blanco turbante, ni a Yavéh el de la negra uniceja, ni al Dalai Lama, tan conmovedor con sus trapos amarillos, ni la gruta de Lourdes, ni las misas-rock; vosotros que os reís de la astrología crapulosa como de las sectas fraternalmente esclavistas, vosotros que sabéis que el progreso puede existir, que está en el uso de la razón y en ninguna otra parte, vosotros hermanos míos en el fértil descreimiento. No seáis tan discretos, tan tímidos, tan resignados!

No os quedéis ahí, mano sobre mano, desolados pero sin recursos, contemplando la horrenda resurrección de los monstruos del viejo pantano, esos a los que creíamos a punto de palmar de una vez por todas.

Vosotros que sabéis que la cuestión de la existencia de un dios y de nuestra razón de ser aquí abajo no son más que el reflejo de nuestro miedo a la muerte, del rechazo de nuestra insignificancia, y no pueden suscitar más que respuestas ilusorias, unas veces consoladoras y otras terroríficas.

Vosotros que no admitís que gurús con tiara o turbante impongan sus concepciones delirantes y desde que tienen la oportunidad, su intransigencia a las masas fanatizadas o resignadas.

Vosotros que veis a la laicidad y por lo tanto a la democracia retroceder año tras año, víctimas tanto de la indiferencia de las masas como del dinamismo conquistador de los meapilas.

En la hora en que florece el oscurantismo nacido de la indiferencia o la timidez de la escuela pública, empantanada en una concepción demasiado timorata de la laicidad, sepamos al menos reconocernos entre nosotros, no nos dejemos sumergir, escribamos, charlemos en nuestros lugares de trabajo, eduquemos a nuestros críos, aprovechemos todas las ocasiones para salvar de la burricia y el conformismo a todos aquellos que aún pueden salvarse.

Sencillamente, en esta víspera de un siglo que los muñidores de dichos de autor para salones e inauguraciones se complacen en predecir “místico”, me dirijo a vosotros, descreídos y sobre todo a vosotros, hijos de descreídos educados lejos de esas chiquilladas y que ni siquiera imagináis lo que puede ser el sentimiento religioso, la tentación de la respuesta automática a todo, el delicioso abandono de toda duda incómoda a cambio de una certidumbre a machamartillo y por encima de todo el reconfortante conformismo.

Dios está de moda. Razón de más para dejárselo a los tarados que la siguen.

Un clima de intolerancia, de fanatismo, de dictadura teocrática se está instalando y se extiende como una mancha de aceite. El integrismo musulmán ha dado el pistoletazo de salida, pero otros integrismos religiosos ya piafan y arden por seguir su ejemplo. Mañana, católicos, ortodoxos y otras variedades cristianas instaurarán su terror piadoso dondequiera que dominen. Otro tanto harán los judíos en Israel.

Para eso bastará con que accedan al poder grupos ultranacionalistas apoyándose en los ultracreyentes. Cosa que no es en absoluto improbable, dado el estado de delicuescencia acelerada de las democracias. El siglo XXI será un siglo de persecuciones y de hogueras.

 

Autor de la carta: François Cavanna, dibujante y periodista de las revistas  satíricas francesas Hara Kiri y  Charlie Hebdo.

Traducción: Paloma Albaladejo