“Era ególatra en alto grado. Nadie se atrevía a contradecirla. Tenía un cuello corto con ojillos de miope, y el busto y los brazos demasiado opulentos. Recibía en su despacho, un aposento interior, con escribanía de plata, carpeta de cordobán historiada y libros de consulta muy bien ordenados”
Emilia Pardo Bazán