Pier Paolo Passolini en la Berlinale de 1971
Claudio Magris
En ese artículo, el cineasta se lamentaba de la trivialización del acto de procrear y su subordinación ante el placer físico como núcleo del acto sexual, a la par que consideraba a las leyes de interrupción del embarazo como una “americanización de la sexualidad”.
Los gastos de este desbarre del razonamiento passoliniano corrían, por supuesto, de parte de las mujeres.
El artículo citado fue el toque de rebato para un debate feroz en el que se enzarzaron los intelectuales más prestigiosos de la sociedad italiana, una de las más devotas de la Europa occidental de aquella época.
No hay que olvidar, no obstante, que en ese momento en Italia el aborto era todavía ilegal. Y el artículo 545 del Código Penal prohibía el aborto al que declaraba como delito contra la integridad y la salud de la raza; sin embargo el embrión no era considerado todavía como objeto de interés.
El 3 de febrero de ese mismo año un joven Claudio Magris, que todavía no era el potente ensayista y novelista que hoy conocemos, publicó en el mismo diario el artículo “Los ingenuos” (Gli sbagliati) en el que oponía argumentos a la ola de feminismo que defendía el aborto como una de sus causas.
Ítalo Calvino
Por su parte el novelista ítalo-cubano Ítalo Calvino sólo tardó cinco días en contestar a Magris.
París, 8 de febrero de 1975
Estimado profesor Magris:
Me ha decepcionado mucho leer su artículo “Los ingenuos”. Me lastimó en demasía, no solo notar que usted lo había escrito, sin enterarme de que usted piensa así.
Traer a un niño al mundo tiene sentido sólo si el niño es deseado consciente y libremente por sus padres. Si no, se trata simplemente de comportamiento animal y criminal. Un ser humano se convierte en humano no sólo por la convergencia causal de ciertas condiciones biológicas, sino a través del acto de voluntad y amor de otras personas.
Si este no es el caso, la humanidad se vuelve —lo cual ya ocurre— no más que una madriguera de conejos. Una madriguera no libre sino constreñida a las condiciones de artificialidad en las que existe, con luz artificial y alimentos químicos.
Sólo aquellas personas que están 100% convencidas de poseer la capacidad moral y física no sólo de mantener a un hijo sino de acogerlo y amarlo, tienen derecho a procrear. Si no es el caso, deben primeramente hacer todo lo posible para no concebir y si conciben, el aborto no representa sólo una triste necesidad sino una decisión altamente moral que debe ser tomada con completa libertad de conciencia. No entiendo cómo puedes asociar la idea del aborto con el concepto de hedonismo o de la buena vida. El aborto es un hecho espeluznante.
En el aborto la persona que es vulnerada física y moralmente es la mujer. También para cualquier hombre con conciencia cada aborto es dilema moral que deja una marca, pero ciertamente aquí el destino de una mujer se encuentra en una situación desproporcionada de desigualdad con el hombre, que cada hombre debería morderse la lengua tres veces antes de hablar de estas cosas. Justo en el momento en que intentamos hacer menos bárbara una situación en la cual la mujer está verdaderamente aterrada, un intelectual usa su autoridad para que esa mujer permanezca en este infierno.
Déjame decirte que eres verdaderamente responsable, por decir lo mínimo. Yo no me burlaría tanto de las “medidas de higiene profiláctica”, ciertamente nunca te has sometido a rasgarte el vientre. Pero me encantaría ver tu cara si te forzaran a una operación en la mugre y sin los recursos que hay en los hospitales.
Lamento que tal divergencia de opiniones en estas cuestiones éticas básicas haya interrumpido nuestra amistad.
Italo Calvino
Conviene que sepamos quiénes han sido nuestros valedores -y quienes no- y vaya hacia los primeros nuestro agradecimiento por su decencia y honestidad al reconocer el derecho a la libertad de las mujeres.