Ninon nace en París el 10 de noviembre de 1620 de un padre disoluto y una madre beata entregada al rezo, la devoción y los libros religiosos. Sin embargo la hija, animada por su progenitor, se inicia en la literatura clásica, las novelas amorosas y la poesía así como en la obra de Montaigne. Hablaba con fluidez español e italiano y empieza a destacar en su entorno por el ingenio, la agudeza y erudición que mostraba en las conversaciones.
Al quedarse huérfana hereda una pequeña fortuna que le permite establecerse en Le Marais, uno de los barrios más distinguidos de Paris, y abrir allí uno de los salones más prestigiosos de la capital al que acudirán personajes reconocidos de la política o las artes. Voltaire y Moliére leerán allí algunas de sus obras.
Molière leyendo El Tartufo en casa de Ninon de Lenclos
También desfilaron por él, sin duda, numerosos amantes pues se cuenta que a los ochenta años seguía gozando de belleza y ejercía la galantería. El mismo cardenal Richelieu se dice que la pretendió y que fue rechazado pues era grande la aversión que le profesaba nuestra protagonista.
Pero a lo que rendía verdadero culto Ninon era a la amistad; entre sus amigas se contaban la reina Cristina de Suecia y madame Scarron que sería después esposa morganática de Luis XIV.
Cristina de Suecia
Madame de Scarron; posteriormente se la conocería por su apellido de soltera: madame de Maintenon
Ninon profesaba una filosofía de tintes epicúreos en la cual las mujeres ocupaban un lugar central, pero lo mismo criticaba a ‘las preciosas’ a las que motejaba de “jansenistas del amor” que a las que sólo se ocupaban de coquetear y cuya única preocupación era su belleza.
En cuanto a su obra se conservan las cartas a Saint-Evremond, una pequeña obrita galante: La coqueta vengada y recientemente han sido publicadas en español por la editorial Siete Mares las cartas al marqués de Sevigné, que gozó de sus favores.
Roger Dûchene es el biógrafo francés que en varias ocasiones se ha ocupado de nuestra protagonista cuya rica personalidad mereció el honor de ser ilustrada por Toulouse Lautrec.
En el momento de su muerte, acaecida en 1705, Saint-Simon escribió: «Un claro ejemplo del triunfo del vicio, cuando se dirige con inteligencia y se redime con un poco de virtud.»