“Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo”.
La enemistad entre estos dos singulares personajes era mutua como se desprende de la siguiente anécdota
Se discutía de política en el salón de Madame de Staël y todos elogiaban a Napoleón, a excepción de la anfitriona. Un declarado admirador del Gran Corso, le preguntó:
– ¿Acaso no estáis de acuerdo con nosotros, madame?
Cuando la dueña de la casa expuso abiertamente su antibonapartismo, su interlocutor le contestó despechado:
– Discrepo, señora, pero, en cualquier caso, no me gusta que las mujeres opinen de política.
La respuesta de Madame de Staël no se hizo esperar:
– Pues deberíais reconocer que en un país donde a las mujeres se les corta la cabeza, éstas tienen derecho a saber cuál es el motivo.