13 de julio 2013
Dear Slavoj,
En mi última carta, escrita a toda prisa mientras trabajaba en el taller de costura, no fui lo suficientemente clara acerca de la distinción entre cómo funciona el “capitalismo global” en Europa y los EE.UU., por un lado, y en Rusia por el otro. De todos modos, los últimos acontecimientos en Rusia – el juicio de Alexei Navalny, la aprobación de leyes inconstitucionales, contra la libertad – me han enfurecido. Me siento obligada a hablar de las prácticas políticas y económicas específicas de mi país. La última vez que me sentí tan furiosa fue en 2011, cuando Putin declaró que sería candidato a la presidencia por tercera vez. Mi enojo me llevó a crear Pussy Riot. ¿Qué pasará ahora? El tiempo lo dirá
Nadezhda Tolokonnikova
Aquí, en Russia, percibo con fuerza el cinismo de los llamados países del primer mundo hacías las naciones más pobres. En mi humilde opinión,los países «desarrollados» muestran una lealtad exagerada a los gobiernos que oprimen a sus ciudadanos y violan sus derechos. Los gobiernos de Europa y EE.UU. colaboran libremente con Rusia, que impone leyes propias de la Edad Media y envía a políticos de la oposición a la cárcel. Colaboran con China, donde existe tanta opresión que mi pelo se eriza sólo de pensar en ello. ¿Cuáles son los límites de la tolerancia? ¿Cuando la tolerancia se convierte en colaboración, conformismo y complicidad?
Pensar, cínicamente, “deja que hagan lo que quieran en su propio país”, ya no funciona, porque Russia y China y países similares forman parte del sistema capitalista global.
Rusia, bajo el mandato de Putin, con su dependencia de las materias primas, se habría debilitado enormemente si las naciones que importan petróleo y gas rusos hubiesen demostrado el valor de sus convicciones y hubiesen dejado de comprar. Incluso si Europa diese un paso tan modesto como aprobar una «ley Magnitsky» [la Ley Magnitsky en los EE.UU. permite sancionar a los funcionarios rusos que se cree que han participado en violaciones de los derechos humanos], moralmente, sería decir mucho. Un boicot a los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi en 2014 sería otro gesto ético. Pero el constante comercio de materias primas constituye una aprobación tácita del régimen ruso, no a través de palabras, sino a través del dinero. Revela el deseo de proteger el status quo político y económico y la división del trabajo que yace en el corazón del sistema económico mundial.
Citas a Marx: “Un sistema social que se paraliza y se oxida … no puede sobrevivir. Pero aquí estoy yo, pagando mi pena de prisión en un país donde las 10 personas que controlan los principales sectores de la economía son los amigos más viejos de Vladimir Putin. Estudió y practicó deportes con algunos, y sirvió en el KGB con otros. ¿No es éste un sistema social paralizado? ¿No es éste un sistema feudal?
Le agradezco sinceramente, Slavoj, nuestro correspondencia y no puedo esperar a que llegue su respuesta.
Tuya, Nadia
Leer más:
Lee las cartas de Nadezhda Tolokonnikova de Pussy Riot a Slavoj Žižek desde la cárcel