Elisabeth Ney

Elisabeth Ney por F.Kaulbach, 1860

 

Michel Ney

Michel Ney

Era sobrina nieta de Michel Ney, mariscal de Napoleón.

Desde muy pequeña tuvo claros sus objetivos: “Conocer a grandes personas”. Pero no le fue fácil. En primer lugar tuvo que bregar con la oposición de su padre -cantero de profesión- cuando le manifestó que quería ser escultora, llegando a hacer una huelga de hambre para conseguir sus propósitos.

Tras graduarse , se traslada a Berlín donde abre un estudio en 1857. A los 26 años realiza el busto del gran filósofo Arthur Schopenhauer.

 

Schopenhauer

A. Schopenhauer

El filósofo le había sido presentado a la escultora por el médico escocés Edmund Montgomery, su compañero de toda la vida con el que se casaría años después en EE. UU.

 

Edmund Montgomery, por Elisabeth Ney, 1864

Edmund Montgomery, por Elisabeth Ney, 1864

El encargo del busto de Schopenhauer fue aclamado como un gran éxito artístico y le llevó a realizar otros a personajes tan relevantes como Jacob Grimm.

 

Jacob Grimm

Jacob Grimm

También posó para ella el unificador de Italia, Giuseppe Garibaldi.

 

Giuseppe Garibaldi

Giuseppe Garibaldi

Asimismo lo hicieron el compositor Richard Wagner,así como su futura esposa ,la hija de Listz, Cósima.

 

Richard Wagner y Cósima en Viena

Richard Wagner y Cósima en Viena, 1872

El canciller von Bismarck y losreyes Jorge V de Inglaterra y Luis II de Baviera se contaron entre sus clientes. A la vista de esta extensa nómina de personajes es obvio que se cumplieron sus deseos infantiles.

En la década de 1880 fue invitada por el gobernador deTexas a trasladarse a EE. UU., cosa que hizo estableciéndose en Austin (Texas) y reanudando allí sus actividades artísticas. Allí realizó bustos de personalidades ilustres de ese estado como Samuel Houston o Stephen F. Austin.

 

Samuel Houston

Samuel Houston

 

Stephen F. Austin

Stephen F. Austin.

Elisabeth Ney fue una mujer libre; por ejemplo se dice que vestía ropa masculina; se negó a adoptar el apellido de su marido al estilo anglosajón, viajaba frecuentemente sola (lo que era una rareza por no decir una osadía en la época) y se burlaba de los agobios del ama de casa (“yo me tomo un huevo crudo con una limonada y ya he acabado con mis tareas domésticas”, afirmó).

Su vida tampoco estuvo exenta de sombras como la muerte por difteria de su hijo Arthur a los tres años de edad.

En la actualidad en Texas hay un Museo con su nombre donde se guardan sus obras y recuerdos.

En 2013 Fernando Savater ha escrito sobre ella en la “comedia filosófica” El traspié. Una tarde con Schopenhauer. Barcelona, Ed. Anagrama.