“No hay contrato que establezca igualdad ni deberes mutuos entre dos seres de los que uno se cree más perfecto que el otro. El mal no está, pues, en el matrimonio, que favorece mucho á la mujer dadas sus condiciones, sino en la desventaja con que va á él, siendo inferior en la opinión y en la realidad, porque inferior es su inteligencia no cultivada”