Ophelia Queiroz

Ophelia Queiroz

 

Ofelia Queiroz era una joven perteneciente a la burguesía lisboeta a quien el poeta conoce cuando ella tenía 19 años y él algo más de 30.

Mantuvieron una relación intermitente y tormentosa que podemos  rastrear a través de una correspondencia publicada por primera vez en 1978 y posteriormente en 1996, tras la muerte de Ofelia acaecida en 1991. En ella ven la luz las misivas enviadas por ella. En total unas 110 cartas; el crítico David Mourao Ferreira, tras estudiarlas detenidamente, sostiene que en realidad la relación fue un menage a trois virtual en la que el heterónimo de Pessoa –uno de ellos: Álvaro de Campos- jugó un papel decisivo.

 

Carta de Fernando Pessoa a Ofelia Queiroz

 

Fragmento de una carta fechada el 29 de septiembre de 1929:

«He alcanzado la edad en la que se tiene pleno control de las cualidades propias, y la inteligencia ha adquirido la fuerza y destreza que puede lograr. Así pues, es el momento de hacer mi obra literaria, completando un par de cosas, agrupando otras, escribiendo las que están por escribir. Para llevar a cabo este trabajo, necesito un poco de paz y aislamiento. No puedo, por desgracia, abandonar la oficina donde trabajo (no puedo, claro está, porque no tengo rentas), pero sí puedo, reservando para la oficina dos días de la semana (miércoles y sábados), tener como míos y para mí los cinco días restantes. Ahí tienes la famosa historia de Cascaes. Toda mi vida futura depende de que pueda o no hacer esto, y pronto. Por otro lado, mi vida gira en torno a mi obra literaria – buena o mala, que sea, o podría ser. Todo lo demás en la vida tiene un interés secundario para mí: hay cosas que, por supuesto, estimaría tener, y otras que da igual vengan o no vengan. Es necesario que todos los que me tratan se convenzan de que estoy bien así, y que requerir de mí sentimientos, de hecho muy dignos, propios de un hombre ordinario y trivial, es como exigirme tener los ojos azules y el pelo rubio. Y tratarme como si fuera otra persona no es la mejor manera de conservar mi afecto. Mejor tratar así a quien sea así, pero en este caso es “dirigirse a otra persona”, o algo parecido. Me gustas mucho -mucho- Ophelinha. Aprecio mucho -muchísimo- tu carácter y tus sentimientos. Si me caso, no me casaré más que contigo. La cuestión es saber si el matrimonio, el hogar (o como se le quiera llamar) son cosas compatibles con mi vida y pensamientos. Yo lo dudo. Por ahora, y en breve, quiero organizar esta vida mía de pensamiento y trabajo. Si no puedo organizarla, está claro que ni siquiera podría pensar en el matrimonio.»

 

 

 Dos caricaturas de Pessoa

Dos caricaturas de Pessoa

 

Como complemento a la carta nos parece adecuado reproducir aquí este poema de Pessoa sobre el tema que nos ocupa:

Todas las cartas de amor son ridículas…*

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas. 

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas. 

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas. 

Quién me diera el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas. 

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos. 

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).

* De su heterónimo Alvaro de  Campos
Versión  castellana de Miguel Ángel Flores

 

 

Para saber más:

Cartas de amor de Fernando Pessoa y Ophelia Queiroz. Edición de Manuela da Silva Parreira Editorial Asiria y Alvim.Edición / reimpresión: 2012.

Fotobiografias siglo XX – Fernando Pessoa, Richard Zenith, Joaquim Vieira.Cuestiones editor y Debates.Edición / reimpresión: 2009

Capítulo de «Grandes portugueses» dedicado a Fernando Pessoa